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Son muchos los adolescentes que cuando llegan a la Unidad de Conductas Adictivas han sido expulsados en varias ocasiones o están en una expulsión definitiva de su centro escolar. No cuestiono los motivos de esta medida, pero lo que yo me pregunto es si ¿no estaremos viendo únicamente los síntomas de algo mucho más importante?.
– Puede ocurrir que el alumno no tenga las suficientes habilidades lógico- matemáticas y lingüísticas para aprobar, aunque rebose de otras muchas.
Suspenso tras suspenso, curso tras curso, va acumulando «fracasos” hasta que al final se rinde y asume que «no sirve para estudiar».
– Puede ocurrir que tenga una situación muy complicada en casa: separación de los padres, malos tratos, familia sin recursos, etc…
La estabilidad familiar es el faro que orienta a los adolescentes sin el cual solo hay en su vida desorientación, oscuridad y miedo.
– Puede ocurrir que haya comenzado a consumir alcohol o marihuana. Los primeros consumos en nuestro país, según los últimos estudios, se hacen alrededor de los 13 años, pero aquí solo se pregunta a los que están en clase. Seguro que si preguntamos a los expulsados la edad de inicio será otra.
Los mejores detectores de estos primeros consumos son los centros escolares y la familia.
– Puede ocurrir que estén siendo objeto de acoso escolar o bullying que sus repetidas faltas de puntualidad o de asistencia se deban a no querer encontrarse con los acosadores.
– Puede ocurrir un poco de cada una de las razones anteriores pero la suma de estos pocos son un mucho para el adolescente.
Si ante todo lo que puede ocurrir, el sistema educativo se limita a dejarlos en la calle: !si, he dicho en la calle! porque no creo que nadie piense que ese niño se va a quedar en casa estudiando; lo habitual será marcharse a parques y locales a estar con otros, muchas veces mayores.
Además con cada expulsión la puesta al día con sus compañeros se hace más complicada hasta que no haya posibilidad de reincorporación…
Los profesionales que trabajamos con adolescentes sabemos lo complicados que son a la hora de mostrar sus emociones, por lo que pienso que debería ser preceptivo a expulsiones reiteradas o de larga duración, que el centro escolar se pregunte ¿qué está pasando en la vida de ese alumno?
Si a pesar de todo se mantuviera la medida, creo que sería conveniente reactivar las “aulas de expulsados” a cargo de docentes motivadores, para que estos alumnos no se desconecten del sistema y puedan reinsertarse en las mejores condiciones, a fin de evitar engrosar las listas del fracaso escolar y las drogas.
Mi próximo artículo se titulará:
Magia Potagia: de “delincuentes y drogadictos” a Líderes y Campeones.
Este artículo también lo podéis encontrar en el blog
Valle de Elda en el Blog Los Invisibles.
Hola JJ. Celebro tu artículo que comparto en su totalidad.
Desde mi influencia en mi cole, dsd siempre como Director y Orientador, no practicamos las expulsiones, aunque cuando la aplicación del RRI ante faltas graves lo requiere, sí se les cambia la casa por la llamada “Aula de Convivencia” dentro del cole, prevista por la normativa.
Lo malo q su aplicación no está generalizada como veo alumnos en la consulta que se les premia con la expulsión del cole o Ies.
Haces bien en remover conciencias para evitar las expulsiones y mejorar el funcionamiento de las Aulas de Felicidades.
Un abrazo.
Estimado Carmelo, me has alegrado el día al saber de las «Aulas de Convivencia» dentro del cole y además por normativa.
¡Bravo! por tu Centro Escolar.