HISTORIA DE UN ADOLESCENTE / STORY OF A TEENAGER

LA INTUICIÓN, LA SOSPECHA PUEDEN SER EL PRINCIPIO DE LA CURACIÓN.

Borracho

Mari Cruz Pérez Icardo, veterinaria de profesión y escritora de vocación, ha creado el breve relato sonoro que acompaña a este artículo.

            Habitualmente escribo artículos inspirados en adolescentes con problemas de adicciones.
Hoy voy a contarles historias igualmente reales, pero que afortunadamente no se convirtieron en enfermos a tratar.
Primero hay que aclarar que, entre la prevención y el tratamiento, hay una zona muy amplia en la que los profesionales sanitarios debemos y podemos trabajar.

Esta zona se delimita por la sospecha de que algo no va bien… Aquí son las madres las que instintivamente suelen dar la voz de alarma, basándose en sensaciones (algo está ocurriendo y no quiere hablar…), sin pruebas objetivas y con la “indignación” y absoluta negación del menor. Inicialmente, el entorno de esta madre, y a veces hasta el propio padre, las tacha de: hipocondriacas, neuróticas, o simplemente locas… Los mismos que ponen estas etiquetas son los que dan consejos al estilo Arguiñano exprés: «Ya verás que cuando se haga novio/a se le pasará la tontería…», «lo que necesita es un trabajo, …», «a mí me pasó lo mismo y con el tiempo solo consumo para dormir…”, etc.

Pero he tenido padres que reaccionaron ante esta primera sospecha, preguntándose: ¿Y si hay algo más…? ¿Estamos dispuestos a correr el riesgo? Esta es la historia de José y María (nombres tan navideños como inventados); contaban en consulta que la semana anterior habían pasado una noche en urgencias del hospital por una intoxicación alcohólica de su hijo de 14 años.
Los llamaron de madrugada, una vez que averiguaron la identidad del menor, pues sus «colegas» de la misma edad, lo habían dejado y habían desaparecido para evitar preguntas incómodas.
Pasadas unas horas, el médico les dijo que podía darle el alta, pero en la espera una enfermera les comento la suerte que había tenido su hijo, pues podía haber: llegado en coma, haber tenido un accidente, una agresión, un robo, violación, etc.
Al escuchar esas palabras le pidieron al médico prolongar la estancia unas horas, pues si se lo llevaban medio adormilado, se despertaría en casa sin acordarse de nada, con un fuerte dolor de cabeza y sin dar crédito a lo que los padres le fueran a contar.
Cuando Jesús (nombre también inventado), se despertó y se vio en una cama del hospital conectado a varios tubos, incluido uno para orinar, se percató que aquello no era una milonga, sino algo grave.
A la semana siguiente, acompañado de sus padres, estaba en mi consulta motivado y receptivo.

Hoy Jesús es funcionario gracias a que sus padres, a pesar de estar separados, supieron escuchar su intuición y actuar sin demora.

Otro caso muy distinto es el que presencié en esas mismas urgencias, donde una niña de 11 años había entrado inconsciente por una borrachera y cuando el médico les dijo a los padres que había temido por la vida de la niña, pues tardó en reaccionar, al padre no se le ocurrió una frase más inteligente que: «lo que pasa es que mi hija es tonta, porque lo primero que tiene que aprender es a saber beber».

Hay padres que enseñan a beber y otros a vivir.

Este artículo también lo podéis encontrar en el blog de Valle de Elda.

Mi próximo artículo se titulará:

EL GRITO MUDO DE UN ADOLESCENTE PIDIENDO AYUDA


Thanks to the translation done by Sara Cremades (teachers), you can read this article in English:

STORY OF A TEENAGER

I usually write articles inspired by teenagers with addiction problems.

Today I am going to tell you stories that are just as real, but which fortunately did not turn into patients to be treated.

First of all, it should be made clear that between prevention and treatment, there is a very wide area in which we health professionals must and can work.

This zone is delimited by the suspicion that something is wrong…. Here it is the mothers who instinctively raise the alarm, based on sensations (something is happening and she does not want to talk…), without objective evidence and with the «indignation» and absolute denial of the child. Initially, the environment of this mother, and sometimes even the father himself, labels them as: hypochondriacs, neurotic, or simply crazy…. The same people who give these labels are those who give advice in the Arguiñano express style: «You will see that when she becomes a boyfriend/girlfriend she will get over her foolishness…», «what she needs is a job, …», «the same thing happened to me and with time I only use it to sleep…», etc.

But I have had parents who reacted to this first suspicion, wondering: What if there is something else…? Are we willing to take the risk? This is the story of José and María (names that are as Christmas-like as they are made up); they told the doctor that the previous week they had spent a night in the hospital emergency room due to an alcohol intoxication of their 14-year-old son.

They were called in the early hours of the morning, once they found out the identity of the minor, since his «colleagues» of the same age had left him and disappeared to avoid uncomfortable questions.

After a few hours, the doctor told them that he could discharge him, but during the wait a nurse told them how lucky their son had been, as he could have: arrived in a coma, had an accident, an assault, a robbery, a rape, etc.

Upon hearing these words, they asked the doctor to extend his stay for a few hours, because if they took him away half asleep, he would wake up at home without remembering anything, with a severe headache and without believing what his parents were going to tell him.

When Jesus (also an invented name) woke up and saw himself in a hospital bed connected to several tubes, including one for urinating, he realized that this was not a joke, but something serious.

The following week, accompanied by his parents, he was in my office motivated and receptive.

Today Jesus is a civil servant thanks to the fact that his parents, despite being separated, were able to listen to his intuition and act without delay.

Another very different case is the one I witnessed in the same emergency room, where an 11-year-old girl had been knocked unconscious by a drunkenness and when the doctor told the parents that he had feared for the girl’s life, because she was slow to react, the father could not think of a more intelligent phrase than: «what happens is that my daughter is stupid, because the first thing she has to learn is to know how to drink».

There are parents who teach how to drink and others how to live.

 The next article will be entitled:

THE MUTE CRY OF A TEENAGER ASKING FOR HELP”

Autor: José José

Enfermero experto en Adolescentes con problemas de Adicciones a sustancias (Alcohol, Cocaína, Cánnabis) o a Tecnologías.

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