Si quieres escuchar el artículo con la voz del autor.
Es raro el día en que no escucho el lamento:
¿Por qué mi hijo me odia?,
en muchas ocasiones acompañado de lágrimas, culpabilidad e impotencia.
Hay que tener en cuenta que nadie nos enseña a ser padres aunque una vez que decidimos serlo, tenemos la obligación de aprender. Es curioso que el sistema educativo no contemple el aprendizaje de esta «asignatura” de la vida, por la cual pasaremos la mayoría de los adultos, y que garantiza no solo la perpetuación de la especie, sino también la estabilidad emocional de padres e hijos.
Si para conducir un pequeño ciclomotor, exigimos que se tenga una licencia que acredite que se conocen las normas de circulación, ¿por qué para ser padres no pedimos unos conocimientos básicos?.
Hay que mostrar a los padres que la adolescencia es como una erupción volcánica en la cual el niño se va abriendo paso a codazos con lo más próximo (la familia) buscando no solo su tamaño sino también su identidad y lugar en la sociedad. Este “volcán” irá poco a poco creciendo, hasta que llegue a su máximo tamaño, convirtiéndose en un adulto único.
Por mucho que a los humanos nos asusten los volcanes, está claro que son un elemento regenerador de la corteza terrestre; tratar de controlarlos es una utopía, pero prepararnos para sus consecuencias puede salvar muchísimas vidas.
Los padres tienen que tener en cuenta que los adolescentes, igual que estrenan cuerpos que tienen que aprender a utilizarlos día a día, con las emociones son muy torpes, son incapaces de verbalizarlas, y eso les irrita, hasta que explotan y dicen cosas que hieren pero no sienten. Un rato después pueden estar pidiendo la merienda, como si nada hubiera pasado (caso verídico).
Son incapaces de pedir ayuda cuando algo les inquieta, les sobrepasa, les produce miedo ( bullying, maltrato familiar, identidad sexual, etc.), o simplemente necesitan ser escuchados.
Como dice mi profesor y amigo el Dr. Antonio Ríos, no es lo mismo escuchar a los hijos, que someterlos a un interrogatorio policial: ¿de dónde vienes?, ¿qué has hecho?, ¿con quién has estado?.
Lamentablementelos adolescentes son los grandes desconocidos del sistema. En muchas ocasiones, la “afonía” de los hijos más la “sordera” de los padres, maestros o profesionales sanitarios, acaba en problemas de comportamiento, fracaso escolar y consumo, que en poco tiempo se convierten en una adicción: cannabis, tecnologías, alcohol.
Creo que no hay padres perfectos, pero como sociedad estamos obligados a poner a su disposición los recursos necesarios.
Solo hay que hacerles responsables de que
PIDAN AYUDA.
Este artículo también lo podéis encontrar en el blog del Valle
Mi próximo artículo se titulará:
“INSTITUTOS <-> JUEGOS ELECTRONICOS
¿ENEMIGOS o ALIADOS?”
Gracias al trabajo de Sara Cremades González (Maestra y filóloga), podemos tener este artículo en ingles:
WHY DOES MY SON HATE ME?
It’s rare the day I do not hear the lament: Why does my son hate me? Many times with tears, guilt and impotence.
We should take into account that no one teaches us how to be parents, even though once we decide to become, we ought to learn. It is curious that the educative system do not consider teaching this “subject”, since the majority of us will have to pass it. Indeed, it not only guarantees the perpetuation of the species, but also the emotional stability of both parents and kids.
If we need a licence to demonstrate we know the driving rules to drive a little moped, why we don’t we ask for basic knowledge to be parents?
- We have to show parents that adolescence is like a volcano, where the kid starts opening him or herself by crashing with what he has nearer (the family), looking for his size and identity in society. This “volcano” will grow up little by little, turning into his biggest size, becoming a unique adult.
No matter how much humans are scared of volcanoes, they are a regenerative element of the Earth’s crust; trying to control them is a utopia, but preparing ourselves for their consequences can save many lives.
- Parents need to take into consideration that teenagers have to learn how to use their new body day-to-day, they are very clumsy with emotions, they are unable to express them, and that thing irritates them, until they explode and say things that they don’t feel, but hurt anyway. In a while they can be asking for dinner, as nothing happened (true story).
- They are unable to ask for help when something worries them, overtakes them or scares them (bullying, family abuse, sexual identity, etc.) or they just need to be listened to.
As my teacher and friend Dr. Antonio Ríos says, ‘it is not the same to listened to your kids, than interrogate them: where do you come from? What have you done? Who have you been with?
Unfortunately teenagers are the big unknowns of the system. Many times, kids “aphonia” and parents, teachers or doctors “deafness” end up with behavioural problems, school failure or consumption, which little by little becomes an addiction: cannabis, technologies, alcohol.
I think that there are no perfect parents, but as society we are obliged to provide them with the necessary resources.
We just have to make them responsible for
ASKING FOR HELP.