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Nunca he creído en los niños «malos», sino en niños que están viviendo unas duras condiciones y cuya forma de escapismo para olvidarse de su realidad diaria es la delincuencia o las drogas.
Casualmente, leyendo descubrí en las biografías de personas de éxito, muchas coincidencias con mis chic@s:
• Rebeldes sin causa.
• Desafiantes ante el sistema preestablecido.
• Aguerridos activistas.
• Etc..
A partir de este hallazgo, los empecé a tratar como si fueran los próximos Einstein (genio de la física), Barack Obama (expresidente de Estados Unidos) o nuestro Amancio Ortega (fundador y dueño de Zara). Esto hacía que me entregara con más pasión a mi trabajo, al ver con otra mirada a los chicos que tenía delante.
De hecho, por encima de donde me siento en mi despacho, hay un cuadro enmarcado en el que se puede leer: «AQUÍ SOLO ATENDEMOS A CAMPEONES Y GENIOS. ¡¡ELIGE!!”, además está fijado con una ligera inclinación para que rompa el equilibrio con su entorno, llamando así más la atención.
Cuando a estos chicos los tratamos, no solo como con respeto y dignidad, sino con el convencimiento absoluto de sus increíbles potenciales, la relación cambia extraordinariamente, pues están acostumbrados a que el mundo los trate a patadas al igual que ellos tratan al mundo.
– De pronto, pasan de estar «acostados”, en la silla a ponerse erguidos o ligeramente inclinados hacia delante.
– De pronto, pasan de estar mirando la “calidad de la pintura de paredes y techo”, a abrir los ojos y no quitarlos de nuestra conversación.
– De pronto, pasan de tener una cara de «mala hostia”, a relajarse y empezar a sonreír y bromear.
– De pronto, pasan del silencio más absoluto a no parar de hablar aunque no les preguntes.
Recuerdo la anécdota de unos padres que tras la primera cita con su hijo, les comentaba lo hablador que había estado, a lo que el padre me preguntó si ya lo conocía, pues su madre y él no conseguían comunicarse con él, más de media hora al cabo de todo un mes.
Siempre he pensado que si tratamos a nuestros semejantes como mendigos solo recibiremos quejas y miserias, en cambio si los tratamos como príncipes, sus respuestas serán perlas de esperanza y diamantes de sabiduría.
Así es como, mis compañeros y yo, hacemos todos los días pequeños avances, pequeños «milagros”, con los futuros Einstein, Barack Obama o Amancio Ortega.
Mi próximo artículo se titulará:
Tengo un hijo “listo”: NI estudia NI trabaja.
Este artículo también lo podéis encontrar en el blog Los Invisibles del Valle de Elda
Me ha encantado. Sigue con esa magia. Es muy efectiva. Un saludo.
Muchas Gracias por tus palabras.
Continuaré haciendo visibles, los pros y los contras, de estos maravillosos chaval@s.