En la India, la más baja de las castas es la de los intocables, a la que todo el mundo evita pues consideran que lo que ellos tocan se convierte en impuro y tóxico.
En nuestro país, con cierto complejo de superioridad, consideramos que esta discriminación es algo propio de un país tercermundista pero no del nuestro.
Lo sorprendente es cuando vemos que aquí también existen castas y no me refiero a los políticos, sino a personas que no tienen ni voz ni voto.
Son seres que únicamente aparecen en los medios de comunicación cuando cometen alguna fechoría.
Sí, me refiero a la casta de los invisibles. Como su nombre indica todo el mundo sabe que están ahí, aunque se les ignora.
Algunos padres dicen que esta casta la componen «alienígenas» que poco a poco abdujeron a sus cariñosos y obedientes hijos hasta convertirlos en extraños que deambulan protestando a todas horas por casa, independientemente de las atenciones que se les den y que siempre están insatisfechos, culpabilizando a sus padres de todo…
La sanidad apenas los conoce pues son los seres humanos más sanos, y únicamente se les suele ver por urgencias.
Donde más tiempo pasan es en los centros educativos:
Cuando llegan a la primera clase del curso, el profesor levantando el libro, les predica la primera máxima: “El temario de esta asignatura lo tenemos que dar en las semanas lectivas que tiene el curso».
Segunda máxima: «Olvidaros de los cimientos educativos que durante varios años aprendisteis en preescolar, aquí no hay mesas redondas donde a todo el mundo se le anime a trabajar conjuntamente intercambiando opiniones. Como veis en la clase todas las sillas están orientadas en la misma dirección, en la del profesor y su pizarra, por lo que exijo la máxima atención y silencio. Solo romperéis esta máxima cuando se os pregunte y no antes».
Tercera máxima: «Sois vosotros los invisibles, los responsables de amontonar datos en vuestro cerebro hasta la hora del examen, momento en el cual se evaluará el contenido y si lo superáis, podéis proceder al vaciado para preparar el próximo trimestre».
También está la máxima que se les oculta: «Vosotros los invisibles recibiréis durante muchos años los conocimientos que os permitirán una posición más o menos adelantada en la cola del paro. En teoría cuantos más grados y masters tengáis, más probabilidades tendréis de trabajar en una cadena de comida rápida».
¡Basta ya!, es el momento de dar visibilidad a nuestros ADOLESCENTES, pues son los dueños de nuestro futuro. En pocas palabras, se podría decir que nuestro bienestar y pensiones va a depender de ellos.
Si seguimos sin tenerlos en cuenta, puede que cuando ellos estén en la cúspide del sistema, hagan lo mismo con los no productivos (inválidos, pensionistas y jubilados), nos conviertan en invisibles…
Hola Jota, me ha gustado mucho. Buen artículo, amigo!!!!
Muchas Gracias, tu al igual que yo trabajamos con los que nadie ve.