El Secreto

Con la llegada del verano y la finalización de los cursos escolares, comienzan las fiestas de nuestros jóvenes.
Cuando uno es madre o padre sabe que antes o después nuestra hija nos comentará que tiene su primera fiesta.
Independientemente del retortijón intestinal que nos producen esas palabras, nos gustaría decirle a nuestra niña que todavía es muy joven y que tiene toda la vida por delante para salir, que partir de los 30 años es una buena edad para pensar en esas cosas, pero no antes.
Bueno ya ha llegado el día, nuestra hija sale «vestida» con una ropa que yo llamaría de forma políticamente correcta como minimalista.
También es verdad que como padre «moderno» no es que piense que el burka es la única indumentaria apropiada para esos eventos, pero sí algo parecido a un mono de trabajo militar con casco y gafas oscuras.
Después de una mirada a su madre y como respuesta unas palabras que nunca queremos entender: «es lo que llevan ahora las chicas de su edad», es entonces antes de despedirla cuando le damos los últimos consejos lapidarios:
¡Ten cuidado con quien vas!
¡Ten cuidado que no te echen nada en la bebida!
¡No se te ocurra beber alcohol y menos probar los porros!, etc…

Éstas frases tienen el efecto contrario del deseado, es como si cuando vamos conduciendo y la persona que nos acompaña no para de darnos avisos de alarma: «¡cuidado con el coche de delante!», «¡vas a mucha velocidad!, «¡el semáforo se va a poner rojo!», etc. Después de un rato de avisos continuados, solo tienes ganas de que se quede afónico o de tirarlo en marcha.

Con estas alarmas solo se consigue lo que se llama el síndrome de la promesa cumplida, que consiste en que es tal el estrés  que producen estos avisos, que antes o después se cometerá un error por la presión.
El Secreto que recomendamos a los padres es que sustituyan el discurso del miedo por estas tres frases:
                          ¡Cariño, te quiero!
                          ¡Confío en ti!
                          ¡Pásatelo bien!
Estas palabras no van a evitar que estemos  despiertos y preocupados hasta que vuelva, pero cuando abran la puerta y comprobemos que todo ha ido bien y que emocionadas e ilusionadas nos cuentan que se lo han pasado como nunca…

Entonces será el momento de relajarse e irse a descansar sabiendo que hemos perdido parte de una niña pero hemos ganado un trozo de una joven responsable.
Aprovechemos para dormir ¡Hasta la próxima fiesta!.

 

Autor: José José

Enfermero experto en Adolescentes con problemas de Adicciones a sustancias (Alcohol, Cocaína, Cánnabis) o a Tecnologías.

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